domingo, 21 de octubre de 2012

Más allá del Derecho a la Vivienda y el Hábitat:

Experiencias de comunidades Mexicanas
Lunes 22 de Octubre de 2012 a las 6:30 p.m. Aula 2
Escuela de Derechos Humanos, Parque Carabobo.

Con nuestro invitado especial:
Arquitecto José Salceda, de la UNAM de México

Conoce los temas de  Arquitectura y derecho participativos construidos desde abajo y a partir del valor de uso (de las necesidades de las comunidades y de su satisfacción). Trabaja con el movimiento urbano-popular de la ciudad de México, pero igual en comunidades indígenas y en provincia, en actividades de recuperación ecológica y restauración del ambiente y en temas de tecnologías alternativas para el "Buen Vivir". La producción social del espacio. Activista social y  dirige la maestría de urbanismo en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Contribuye con el Tribunal Popular de los Pueblos-Capítulo Mexico en los casos y audiencias de urbanización salvaje y devastación ambiental en general.

Asiste!!!

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Dubraska Hernández Gutiérrez
@DubraskaesLibre

lunes, 15 de octubre de 2012

¿Poder popular bajo el capitalismo?”: Iñaki Gil de San Vicente


Una de las grandes deficiencias de la mayoría inmensa de las izquierdas occidentales es que ha roto la fusión cotidiana entre, por un lado, la crítica teórica, política, cultural, ética, etcétera, del capitalismo, y por otro lado, la lucha práctica por la creación de otras formas alternativas de vida, de autoorganización popular y obrera, de experimentación de otro modelo social opuesto al dominante. Tal fusión ha sido una constante que podemos rastrear desde las luchas campesinas y urbanas en el medievo, cuando las masas explotadas intentaban materializar utopías igualitaristas y milenaristas "así en la tierra como en el cielo", hasta ahora mismo en muchas partes del mundo en donde los pueblos trabajadores han de resistir a la devastadora crisis autorganizándose para satisfacer sus necesidades aplastadas por el capital.

A lo largo de estos tiempos, los movimientos campesinos, populares y obreros, y las izquierdas revolucionarias más consecuentes, han mantenido en la medida de sus posibilidades la decisión de forzar el modo de explotación, vida y reproducción social dominante en esos momentos, forzarlo más allá de lo permitido por el poder. Por ejemplo, el cooperativismo, la cooperación en general, la ayuda mutua autoorganizada, la reciprocidad y el trueque en cualquiera de sus formas, las redes sociales con poca o nula mercantilización interna, estas y otras prácticas que, como hemos dicho ya aparecen en el medievo de forma utópica y con el capitalismo industrializado se han practicado y teorizado no sólo como formas de resistencia transitoria a las privaciones impuestas por la explotación sino también –y esto es decisivo- como embriones experimentales de otra forma social opuesta a la explotadora.

Dentro de las corrientes progresistas y socialistas, y en especial en las anarquistas y marxistas, pero también en las sociacristianas y reformistas, ha existido y existe la certidumbre de que la mera resistencia economicista, centrada en la exclusiva defensa de los derechos laborales y salariales alcanzados apenas sirve para detener la ferocidad creciente de una patronal envalentonada. En el anarquismo y en el marxismo, muy especialmente, esta certidumbre va unida a la de la necesidad de avanzar en otras salidas materiales a la crisis y a los ataques del capital, consistentes en fusionar la lucha política y teórica radical con la autoorganización material expresada en las prácticas asociativas citadas genéricamente arriba. En las corrientes reformistas y socialcristianas esta perspectiva está amputada de todo contenido y finalidad revolucionaria, limitándose a buscar la mejora del sistema mediante la paulatina superación pacífica y gradual de sus componentes "malos", desarrollando los "buenos".

Centrándonos ya en la izquierda revolucionaria, la historia muestra que ésta se ha esforzado en simultanear cuatro prácticas decisivas para el avance de la emancipación: la crítica práctica del sistema mediante la experimentación de embriones de protosocialismo inseparablemente unidos a la aparición de formas de contrapoder y de doble poder; la crítica política tendente a la destrucción del poder explotador y a la creación de un poder popular y obrero imprescindible para superar el capitalismo; la crítica teórica destinada a mejorar la praxis socialista en su conjunto y a desmontar la ideología burguesa; y la crítica ético-moral destinada a superioridad cualitativa del humanismo comunista sobre el humanismo burgués. No hace falta decir que esta cuádruple práctica se desarrolla con ritmos diferentes según contextos y circunstancias que no podemos analizar ahora.

Pero sí hay que decir que desde la mitad del siglo XX en adelante, el grueso de la izquierda occidental ha despreciado o abandonado esta cuádruple acción, limitándose en la mayoría de los casos al apocado y respetuoso parlamentarismo dentro del ordenamiento burgués, aceptándolo de facto, cuando no defendiéndolo públicamente ayudando a la burguesía en la represión de las fuerzas revolucionarias. Ahora esta izquierda, y sus sucesores nominales y herederos ideológicos, pagan las consecuencias de aquella mansedumbre y de aquél colaboracionismo encubierto o descarado. Tantos años de mansedumbre práctica, política, teórica y ético-moral ante la injusticia han debilitado y envejecido al máximo a su otrora fuerte y joven militancia, también le han aislado y separado de las resistencias y luchas que emergen aquí y allá, y han destruido su dignidad crítica y orgullo insurgente. La izquierda occidental no recuerda ya lo decisivo que es el proceso que va del contrapoder al poder popular y obrero.

2.-

La defensa economicista y democraticista contra la involución reaccionaria que avanza como una apisonadora sigue siendo tan necesaria como siempre lo fue. Nadie lo niega, y quien lo hiciere sería un suicida. Pero ella sola no detendrá nunca al monstruo; tal vez pueda retrasar en algo su avance, pero casi de inmediato la fiera multiplicará su brutalidad para recuperar el tiempo perdido y ampliar exponencialmente sus ganancias. Incluso aunque parte de la burguesía optase por una política débilmente neokeynesiana y de socialiberalismo menos cínico, incluso así la sola resistencia obrera y popular no detendría los ataques antisociales. Toda mentalidad defensista está condenada al fracaso y a preparar la derrota. De lo que se trata es de revertir en defensivo en ofensiva, en ataque cuádruple: construir embriones de protosocialismo; avanzar hacia el poder popular y obrero; enriquecer la teoría, y superar éticamente a la irracionalidad egoísta burguesa.

La cuádruple práctica debe plasmarse en el proceso que iniciándose en los contrapoderes locales que vamos conquistando con nuestras luchas debe llegar a la construcción de un Estado obrero controlado desde fuera por un poder popular independiente y crítico, que vigile atentamente mediante la democracia socialista que ese Estado no degenere en una casta burocrática corrupta. Pero lo que ha de caracterizar esencial e internamente a todas las múltiples facetas y niveles de este proceso, así como a la cuádruple práctica descrita, es, sencillamente expuesto, la prioridad de la experiencia colectiva del pueblo, de la praxis colectiva que tienda a acortar en lo posible la inevitable y lógica distancia que existe entre los niveles más concienciados del pueblo trabajador y la militancia organizada en colectivos exigentes en la calidad humana de sus miembros. Lo que ha de conectar a todas las pares del proceso es la decisión ilusionada y autocrítica por derrotar al imperialismo franco-español, por alcanzar la independencia socialista vasca como parte de la liberación general humana. Lo que debe ser la columna vertebral del proceso es su voluntad ofensiva, activa, constructora ahora mismo, en el presente, de algunos de los cimientos del futuro, no de todos porque eso es obviamente imposible, sino de aquellos que puedan serlo.

Las bases decisivas de la independencia socialista y antipatriarcal vasca, como de cualquier otro pueblo ocupado, solamente podrán ir siendo construidas inmediatamente después de ser conquistado el Estado obrero vasco. Sin embargo, para llegar a este punto crítico de inicio también hay que construir otras bases previas, bases que demuestren al pueblo trabajador no sólo que es capaz de lograrlo sino que a la vez le demuestre que no tiene otra alternativa si es que en verdad quiere dejar de malvivir bajo la explotación. Para aprender a bucear, hay que echarse al agua, y es caminando como se aprende a correr. Que la izquierda occidental haya olvidado este principio elemental de la praxis no quiere decir que lo olvidemos nosotros. Quiere decir que no lo repitamos. Teniendo esto en cuenta, ya desde ahora mismo debemos pasar a la ofensiva de masas, popular y obrera, contra la opresión, lo que significa que debemos extender e intensificar la creación de contrapoderes locales que formen las bases iniciales para nuevos adelantos.

3.-

Es contrapoder todo colectivo que en su campo específico de lucha sea capaz de obligar al poder que le explota a negociar con él, o al menos a tenerle en cuenta en el momento de elaborar nuevos planes antisociales, restrictivos, autoritarios. Un contrapoder, por ejemplo, es una asamblea obrera, vecinal, estudiantil, etc., suficientemente estable y autoorganizada que ha desarrollado la fuerza suficiente como para, al menos, ser temida por la patronal, por el ayuntamiento, por el rectorado universitario, de tal modo que no tienen más remedio que tenerla en cuenta siquiera preventivamente cuando urden nuevas injusticias. Otro ejemplo, un contrapoder es un colectivo de mujeres que con sus denuncias y movilizaciones expulsan de sus barrios y/o trabajos a violadores, agresores y otros machistas. Un contrapoder es, por tanto, un colectivo oprimido con poder suficiente para debilitar en algo o en mucho al poder explotador.

Bajo los demoledores ataques de la crisis capitalista, los contrapoderes han de avanzar además en el desarrollo de propuestas prácticas que superen las limitaciones insalvables de las leyes burguesas que sufren en concreto, demostrando mediante la pedagogía de la acción práctica que se puede ir construyendo las bases, los embriones, de una sociedad superior. Por ejemplo, leyes contra los abusos financieros y bancarios, contra el poder de la propiedad burguesa, contra la tiranía de las grandes redes de distribución y de las inmobiliarias que destrozan la vida colectiva de los vecinos, contra los desahucios, contra la privatización de la enseñanza, contra el retroceso de lo derechos sociales colectivos y contra el avance de la violencia patriarcal en cualquiera de sus formas, y un inacabable etcétera.

En toda nación oprimida, los contrapoderes han de reivindicar con requisito esencial la conquista del derecho de autodeterminación como irrenunciable garantía de calidad democrática, porque tal derecho es la plasmación a nivel general del derecho de autoorganización, autogestión y autodefensa que ese contrapoder específico ejercita en su misma autodeterminación cotidiana, diaria.

Pero el contrapoder tiene como única garantía de supervivencia su inclusión en una red más amplia que se materializa en grandes áreas sociales, de masas, de doble poder parcial. Un doble poder parcial es, por ejemplo, la fuerza movilizadora, política, teórica y ética de los movimientos populares capaces de condicionar a instituciones locales, provinciales, regionales, autonomistas y en su fase decisiva, al gobierno. Una situación de doble poder es aquella en la que el poder opresor y el poder liberador disponen de fuerzas similares en las cuestiones que les enfrentan, llegando incluso a un inestable y breve equilibrio de fuerzas que debe decantarse en uno u otro sentido opuesto en poco tiempo. Aunque parezca increíble, situaciones de estas son relativamente frecuentes en las luchas sociales, pero las gentes lo desconocen debido a la nefasta política de amnesia e ignorancia aplicada por el reformismo, que reduce las situaciones de doble poder, desnaturalizándolas, a pobres momentos de negociación a la baja, cuando en realidad había condiciones para la victoria, o al menos la suficientes para evitar la derrota.

En el proceso de ascenso de los contrapoderes a situaciones de doble poder, es de vital importancia el desarrollo de prácticas socioeconómicas, asociativas, comunales, de ayuda mutua, culturales, deportivas, etc., que conscientemente quieran ser embriones de una sociedad mejor, y que por eso demuestren con la pedagogía de la acción que se puede y se debe construir un modelo social cualitativamente superior al capitalista. Por ejemplo, una cooperativa de producción y consumo que se guíe por la teoría del cooperativismo socialista, por la ética humana de la ayuda mutua y de la desmercatilización, del internacionalismo proletario, etc., esto pequeño paso es un importante contrapoder material y simbólico que atrae la atención del pueblo, que abre caminos esperanzadores y que destroza las mentiras burguesas sobre la natural eternidad de la explotación asalariada, la opresión nacional y la dominación patriarco-burguesa.

Pero, al final, lo decisivo e irrenunciable es la cuestión del poder político. La política es la quintaesencia de la economía, y por tanto, cuando las situaciones de doble poder parcial se generalizan aparece como exigencia crítica la conquista del poder no sólo gubernativo sino estatal, la creación de un Estado obrero independiente. En la medida en que con anterioridad se haya recuperado la práctica de todo lo relacionado con los bienes comunes, la desmercantilización, la primacía del valor de uso sobre el valor de cambio, la coherencia y rectitud, etc., en esta medida habrán germinado embriones de protosocialismo que crecerán al calor de la política impulsada por el Estado obrero. Nunca hemos de dejar de insistir en que la esencia del problema radica en la conquista de la independencia estatal, del poder del pueblo trabajador, y mientras que éste no esté asegurado las conquistas parciales anteriores siempre estarán en peligro de exterminio sangriento.

Nota, este breve texto fue escrito para una revista vasca, por lo que llevaba el título de¿Poder Popular bajo el imperialismo franco-español?, pero al colgarse ahora en la red se ha decido generalizarlo al conjunto del sistema explotador para que se comprendiese rápidamente su contenido.

EUSKAL HERRIA 27-IX-2012

“El valor de uso y el proyecto crítico de Marx”: Andrés Barreda

El discurso crítico de Marx no se reduce sólo a la "lucha de clases" y a la "dictadura del proletariado", muy por el contrario su visión crítica sobre la modernidad capitalista es de alcances aún más amplios y aún más agudos. En efecto, en tanto que discurso que pretende ser revolucionario, no cesa en su asedio al discurso dominante, siendo una mediación esencial para el desciframiento de las mistificaciones que componen a la sociedad burguesa. En ese sentido, lo que tiene que ofrecer el discurso marxiano es un "teorema crítico" (B. Echeverría) que permite ir desmontando todas las contradicciones que sustentan el dominio capitalista. Uno de los ejes de ese "teorema" es el valor de uso, piedra angular en la construcción de la teoría del valor de Marx, que junto con el concepto de valor, ayudan a desentrañar el conflicto contradictorio que fundamenta la explotación del trabajo por el capital. En efecto, "la clave" para descifrar el entramado burgués de reproducir lo social, es entender la contradicción entre el valor de uso y el valor. Por lo que, en este episodio se comentan las reflexiones que el Dr. Andrés Barreda, uno de los especialistas más importantes en México sobre el tema, ha realizado respecto al valor de uso, como concepto estructurador de toda la crítica de la economía política y sus diversas expresiones dentro de los marxismos.



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viernes, 12 de octubre de 2012

“El derecho a la ciudad”: David Harvey

Vivimos en una era en la que los ideales de los derechos humanos se han colocado en el centro de la escena tanto política como éticamente. Se ha gastado una gran cantidad de energía en promover su significado para la construcción de un mundo mejor, aunque la mayoría de los conceptos que circulan no desafían fundamentalmente las lógicas de mercado liberales y neoliberales o los modos dominantes de legalidad y de acción estatal. Vivimos, después de todo, en un mundo en el que los derechos a la propiedad privada y el benefició aplastan todas las demás nociones de derechos.

Quiero explorar aquí otro tipo de derecho humano, el derecho a la ciudad. ¿Ha contribuido el impresionante ritmo y escala de urbanización de los últimos cien años al bienestar humano? La ciudad, en palabras del sociólogo urbano Robert Parker, es


"el intento más exitoso del ser humano de rehacer el mundo en el que vive de
acuerdo con el deseo más íntimo de su corazón. Pero si la ciudad es el mundo
que el ser humano ha creado, es también el mundo en el que a partir de
ahora está condenado a vivir. Así pues, indirectamente y sin un sentido nítido
de la naturaleza de su tarea, al hacer la ciudad, el ser humano se ha rehecho
a sí mismo".


La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede estar divorciada de la que plantea qué tipo de lazos sociales, de relaciones con la naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y de valores estéticos deseamos.

El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanización.

La libertad de hacer y rehacer nuestras ciudades y a nosotros mismos es, como quiero demostrar, uno de nuestros derechos humanos más preciosos, pero también uno de los más descuidados.

Desde sus inicios, las ciudades han surgido mediante concentraciones geográficas y sociales de un producto excedente. La urbanización siempre ha sido, por lo tanto, un fenómeno de clase, ya que los excedentes son extraídos de algún sitio y de alguien, mientras que el control sobre su utilización habitualmente radica en pocas manos. Esta situación general persiste bajo el capitalismo, por supuesto; pero dado que la urbanización depende de la movilización del producto excedente, surge una conexión íntima entre el desarrollo del capitalismo y la urbanización. Los capitalistas tienen que producir un producto excedente a fin de producir plusvalor; éste a su vez debe reinvertirse para generar más plusvalor. El resultado de la reinversión continuada es la expansión de la producción de excedente a un tipo de interés compuesto, y de ahí proceden las curvas logísticas (dinero, producción y población) vinculadas a la historia de la acumulación de capital, que es replicada por la senda de crecimiento de la urbanización en el capitalismo.

La perpetua necesidad de encontrar sectores rentables para la producción y absorción de capital excedente conforma la política del capitalismo y enfrenta al capitalista con diversas barreras a la expansión continua y libre de inconvenientes. Si el trabajo es escaso y los salarios son altos, o bien el trabajo existente tiene que ser disciplinado –normalmente los dos métodos más comunes son provocar un desempleo inducido tecnológicamente o asaltar el poder de la clase obrera organizada–, o bien deben encontrarse nuevas fuerzas de trabajo mediante la inmigración, la exportación de capital o la proletarización de elementos de la población hasta ese momento independientes. Los capitalistas deben también descubrir nuevos medios de producción en general y nuevos recursos naturales en particular, lo cual presiona de modo creciente sobre el entorno natural a la hora de obtener las materias primas necesarias y absorber los residuos inevitables. Los capitalistas necesitan también descubrir nuevas áreas de extracción de recursos naturales, tarea que es con frecuencia el objetivo de los esfuerzos imperialistas y neocoloniales.

El derecho a la ciudad

Fuentehttp://newleftreview.es/


martes, 2 de octubre de 2012

Mañana miércoles 03 de octubre, 4:00 pm_Conferencia "Capriles Radonski y su campaña presidencial 'made in USA'".



La subordinación ideológica y política de la campaña de Capriles Radonski respecto de la praxis capitalista y oligarca estadounidense viene siendo brillantemente develada por el Comandante de la Revolución y Candidato de la Patria Hugo Chávez.

No obstante, en términos semióticos, los maridajes de la campaña de Capriles y las producidas por los centros de marketing político todavía ofrecen mucha tela que cortar.

Mostraremos y leeremos el discurso implícito de algunas muy interesantes "coincidencias" semióticas que evidencian el seguidismo no sólo político-ideológico sino también estético/ simbólico de la campaña de propaganda de Capriles respecto de anteriores campañas de la derecha imperial mundial, y especialmente estadounidense.

Este evento tendrá como invitado a Luis Delgado Arria, Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela con Maestría en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales (2002), Universidad de Pittsburgh y Doctorando en Filosofía en la Universidad de Pittsburg.


lunes, 1 de octubre de 2012

Conferencia: Los Proyectos Imperialistas para América Latina (El viernes 5 de octubre de 2012, en la sala C, piso 6 de Fundación Celarg, 6:00 p.m.)

 Este evento tendrá como invitados al escritor y ensayista Luis Britto García y al historiador Gerónimo Pérez Rescaniere.

La actividad está organizada por la Red de Escritoras y Escritores Socialistas de Venezuela y la Cátedra Internacional Ludovico Silva de la Fundación Celarg. Entrada libre.