Por: Luís Salas Rodriguez
EN DEFENSA DE LA VIDA Y DEL PLANETA. VENEZUELA ANTE RIO+20
En ocasión de la Cumbre de Rio + 20 a realizarse el venidero 21 y 22 de junio en la ciudad de Rio de Janeiro, la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, ha decidido fijar posición y a la vez realizar un llamado de alerta en torno a las materias trascendentales que allí se tratarán, en el entendido de que lo que está en juego no es "sentar las bases de un mundo de prosperidad, paz y sustentabilidad", como eufemísticamente se menciona en la convocatoria a la misma, sino nada más y nada menos el definir los parámetros a partir de los cuales se procurará garantizar la vida futura sobre nuestro planeta.
En virtud de ello, la Red reunió el pasado 28 y 29 de mayo en la ciudad de Caracas bajo el título En defensa de la vida y el planeta: Venezuela ante Rio + 20 a intelectuales, expertos, líderes políticos, sociales, comunitarios, estudiantes, movimientos ecologistas, campesinos, colectivos de mujeres y, en general, a un grupo muy diverso de hombres y mujeres conscientes de los retos que se le imponen en este momento a la humanidad, con el objetivo rechazar profundamente la imposición de una agenda imperial de mercantilización de la vida y la naturaleza que solo traerá mayor depredación y deterioro de las mismas, pero también de aportar herramientas para el reforzamiento de la posición de los países del tercer mundo y los gobiernos progresistas aliados de cara a Rio + 20.
En tiempos en que un capitalismo decadente y cada vez más antidemocrático recicla las consignas del movimiento ecologista denominando "economía verde" y "desarrollo sustentable" para convertirlas en un plan cuyo único propósito es apropiarse de la biodiversidad para ponerla al servicio de las grandes multinacionales, el deber de la humanidad doliente que piensa es impedírselo. Y en base a ello, planteamos los siguientes puntos conclusivos de la mencionada reunión:
- El modelo capitalista supone y defiende como paradigma de funcionamiento la competencia. Por lo tanto, exige permanentemente la mayor explotación posible de las fuerzas productivas en el más corto plazo en vista de obtener las mayores ganancias. En la medida en que aquello que el capitalismo entiende como "fuerzas productivas" son fundamentalmente el trabajo humano y la naturaleza (de donde provienen las denominadas "materias primas"), está claro que no puede haber capitalismo sin explotación intensiva de ambos. Por este motivo, librado a sí mismo, el capitalismo conduce irrevocablemente a la devastación de la humanidad y del planeta.
- El capitalismo, antes que cualquier otra cosa, significa propiedad privada sobre los medios de producción y reproducción de la vida. A través de los siglos hemos visto como ha ido avanzando en ello obligando a unos hombres a trabajar para otros. Durante los últimos años, desde las épocas de la hegemonía neoliberal, ha venido además apropiándose de bienes comunes sociales como la Seguridad Social, la Salud y la Educación mediante los tristemente célebres y fraudulentos procesos de privatización. Todo esto sin embargo no le ha sido suficiente, incluso cuando ha supuesto que un 10% más rico y un 1% inimaginablemente más rico, acumule riquezas equivalentes al resto de la humanidad
- Fiel a dicha lógica genocida, encabezado por esta super-élite privilegiada, avanza ahora directamente contra la naturaleza. Y decimos directamente pues ya lo viene haciendo de modo indirecto, tal y como lo demuestra el deterioro de los ecosistemas y la gran cantidad de especies extintas o en vías de extinción. Es tan profunda la huella que sobre la tierra ha dejado este avance que hasta las propias agencias capitalistas han tenido que reconocerlo, siendo que los efectos del calentamiento global, la desertificación y la contaminación de las aguas no pueden ocultarse. Pero como el capitalismo no puede hacer otra cosa distinta a privatizar y mercantilizar, su respuesta ante estos males es buscar hacerse dueño de los animales todavía libres, de los mares, de las selvas, de los bosques, de los ríos e incluso del aire, queriendo por ese camino convertir al mundo en un escenario perverso y desolado donde la ganancia del capital transnacional equivale a la inmolación definitiva del hombre y la naturaleza.
- Esta visión que amenaza la vida sobre la tierra se mantiene y reproduce gracias a un modo de producción de conocimiento basado –como dijimos- en la maximización de la explotación, pero también gracias a la existencia de unos patrones de consumo donde lo suntuario y la obsolescencia programada marcan la pauta. De esta manera antes de maximizar la vida útil de las mercancías y promover la reparación y el reciclaje, el capitalismo opta por promover la producción masiva de objetos que rápidamente entran en desuso. El cúmulo de basura y desperdicios que ahoga nuestros mares, asfixia nuestras ciudades e incluso circula ya por fuera de nuestro planeta –bajo la forma de chatarra espacial- es la mejor demostración de ello.
- El capitalismo, bien lo sabemos, tiene efectos planetarios que generan desbalances y tragedias a nivel mundial. Pero las inundaciones y sequías que sacuden a los pueblos del mundo, las hambrunas y las enfermedades no afectan a todos por igual: son los más pobres y vulnerables quienes más las padecen. Incluso en este caso, cuando con un discurso ideologizado se pretende pasar una tabla rasa sobre los efectos del calentamiento global y el deterioro ambiental, las diferencias e inequidades saltan a la vista.
- En estrecha relación con esto último, hay que decir que la responsabilidad de la crisis ecológica y ambiental es en efecto de todos y todas, es decir, no puede achacarse exclusivamente a los países altamente industrializados. Sin embargo este carácter compartido no excluye que dicha responsabilidad sea diferenciada, no pudiendo rehuir estos últimos de la carga histórica que su desarrollo ha supuesto ni del nivel suntuario del consumo de sus élites. Inclusive, el modelo extractivista del cual se acusa a muchas de las actuales economías emergentes, no sería posible sin la salvaje desindustrailización y desinversión neoliberal dictada desde los centros hegemónicos del capitalismo mundial en razón del sostenimiento de dicha hegemonía.
- Esta crisis ecológica en que nos ha colocado el desarrollo capitalista es inseparable de otro conjunto de crisis que en paralelo padece la humanidad. Al tiempo que se ha deteriorado la vida natural también se ha hecho lo propio con la vida social y cultural. Estamos en presencia pues de una crisis estructural donde son los fundamentos del sistema los que están en conflicto. Los capitalistas lo saben y en función de ello actúan: imponen estados de excepción no decretados en Europa para obligar a las poblaciones a "aceptar" la precarización de sus condiciones de vida. Arruinan países enteros para salvar sus bancos. Tratan de limitar el derecho a la huelga y a la protesta de los trabajadores. Imponen un cerco mediático que encubre y defiende sus intereses. Invaden países para expropiarle sus recursos. La dinámica que hace miserable la vida de un trabajador griego, que acaba con la vida de las juventudes árabes, que mata de inanición regiones enteras de África, que hace violenta las calles latinoamericanas, es la misma que finalmente pretende usufructuar la naturaleza. La sustitución de las reglas y normas elementales de sociabilidad y de la vida en comunidad al ser sustituidas por las leyes del mercado han llevado el mundo humano al borde del colapso. Ahora pretenden que esas mismas leyes sustituyan a las del mundo natural.
- Los mecanismos e instancias multilaterales de conservación, mitigación adaptación mundiales, lejos de ser parte de la solución afianzan el problema al enmascarar la reproducción del sistema con una fachada "ecoamigable". De esta manera, el "desarrollo sostenible" y la "economía verde" son las máscaras para la radicalización de un modelo de desarrollo que es inviable. Hoy Rio + 20 se convierte en un escenario desde el cual se intenta relanzar el modelo capitalista de vida pretendiendo capitalizar sus desastres para abrirse a nuevos mercados. Y para ello, necesitan del concurso y la legitimación de los pueblos del mundo.
- En razón de esto último, declaramos que la alternativa a la depredación de la naturaleza y de la vida no es capitalista, independientemente del color que le pongan. Por esa vía, más temprano que tarde, sólo lograremos un planeta desolado y triste donde las generaciones futuras no podrán vivir y las hermosas especies animales y vegetales, las cautivadoras selvas, las imponentes cumbres, los grandiosos glaciares, las mágicas lluvias, los extraordinarios cielos, los magníficos mares y océanos que todavía hoy nos acompañan, serán solo un recuerdo lejano de una vida maravillosa que no tuvimos el valor de resguardar.
- Debemos dejar atrás, definitivamente y para siempre, las alienadas formas de vivir y sacar a la luz del día todas aquellas cosas que crearán el mundo nuevo. Para ello, reflexionamos y nos reunimos solidariamente a sabiendas que mientras más nos tardemos para actuar más perdidos estaremos. Los poderes mundiales no asistirán a Rio buscando un acuerdo para salvar al planeta: van buscando la convalidación de su oferta siniestra para salvar sus funestos intereses. Tenemos el deber de impedírselo en nombre de la vida y del futuro. No podemos permitir que se profundice el plan para agredir a la humanidad y a la naturaleza tal y como pasó en Cancún y Durban. No debemos temer a ser atacados por la canalla mediática ni chantajeados por la retórica del "consenso" multilateral.
- Desde la República Bolivariana de Venezuela, laboratorio y escenario de un proceso de transción hacia una vida no capitalista, llámamos a un debate amplio e incluyente que permita profundizar la consolidación de una sociedad solidaria, pluricultural, multiétnica y en relación de equilibrio con la naturaleza. Dicho debate debe ser mundial y a la vez nacional, versando sobre el futuro que queremos, los modelos de desarrollo propuestos, nuestras relaciones sociales y formas de vida heredadas.
- Como decíamos al principio, corren tiempos peligrosos y difíciles para la humanidad y la vida. Pero es en tiempos como éstos cuando lo mejor de nosotros y nosotras busca salir a flote y la solidaridad, el amor, el coraje y el heroísmo cobran mayor sentido, dando cuerpo a la vida futura que se halla contenida en toda vida presente. Por ello, no dejaremos de pelear hasta parar este genocidio no declarado. La larga noche capitalista no puede seguir, hay una vida que todavía es nuestra y vamos por ella.
Caracas, 28 y 29 de junio de 2012
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